https://iusport.com/not/65632/dopaje-economico
Se habla mucho del fair play financiero, y está muy bien, de hecho el fútbol, como instrumento de su propia supervivencia, vislumbrando posibles crash económicos, ha optado por evitar que el negocio peligre, a costa de aventureros o gestores poco profesionalizados y poco conscientes, e interiorizó gestiones de nuevo cuño, que tienen que ver por prácticas y modelos corregibles económicamente y subsanables para no hacer derribar el negocio, como industria que hoy es el fútbol en España. De hecho acuño este término fair play financiero, enmarcado en el contexto deportivo.
Algunas, en contraposición, empezamos a acuñar el término dopaje económico, para denominar a aquellos clubes y entidades deportivas, que practican el endeudarse, generar una situación de irremediabilidad, y escudarse en problemas económicos, para obtener el perdón de Federaciones; continuando en la competición, bajo el habeas corpus federativos de situaciones sobrevenidas, que no es más que mala gestión, y que está provocando situaciones de impagos. Y a esto habría que poner remedio.
Los deportistas siempre pueden acudir al ámbito de la justicia común, y es razonable y se debe de hacer. Pero mientras, el tiempo que, en el deporte juega al principio pro competición, nos encontramos al mismo incumplidor en la competición sobre el que no se ha actuado, ni producido consecuencia alguna, por aquello de un asunto laboral, que no debiera competer al ámbito deportivo federativo.
Y en nuestro país nos encontramos clubes morosos – por deudas deportivas- al socaire de unas ligas no profesionales, que continúan en la competición, siendo unos auténticos tramposos, de ahí que no se me ocurra otro apelativo que llamarles como dopaje económico. Y todo ello en el marco de unas ligas, que siendo de máxima categoría, permanecen en el anonimato de ligas no profesionales. Dándose un porcentaje escandaloso en relación a las precariedad laboral.
Ante ello nos encontramos reglamentos de las Federaciones, que no dicen taxativamente, que el club incumplidor de deudas salariales no podrá obtener la licencia para seguir compitiendo. Y más, teniendo en cuenta que en esas disciplinas deportivas- la mayoría de deportes colectivos femeninos- no existen esas comisiones mixtas, intimidatorias y sancionadoras para esos clubs tramposos.
Y aún más, avales no ejecutados, y con cantidades ridículas para hacer frente a esos impagos. A lo que hay que unir, en la mayoría de los casos, que en el orden de prelación de las deudas el deportista y la deportista aparece en cuarto o quinto lugar en la lista.
Lo lamentable de todo ello es la repercusión que estos temas tienen sobre los y las deportistas. Que sienten que sobre esos clubes se les efectúa la mayor de las impunidades. Y ya empiezan a estar cansados y cansadas de oír, si les obligamos a que os paguen desaparecen.
Habría que responder a ello ¿pero qué tipo de valores tratamos de proyectar en el mundo del deporte?, porque reconozco esta situación bien, por ser bastante frecuente, e incómodamente soportable, por dar aspecto de status quo, lo que debiera ser una reprobación del club, y una obligación de estar al corriente de pago a sus deportistas si quiere permanecer en esa competición.
Convendría, por tanto, ir pensando en cómo tipificar estas conductas, y trasladar los cambios normativos necesarios a esas federaciones, ante la inexistencia de la persona jurídica – liga profesional- para que el ser deudor de deudas salariales, no saliera tan barato, y tuviera el efecto sancionador e intimidatorio correspondiente. Aquí está en juego los valores del deporte.
María José López González
Abogada