El deporte resulta tan mediático, como filibustero en relación al tema de la igualdad. Existe una carrera para marcar líneas estratégicas respecto a la conquista de la igualdad. Aún más, existe una legislación tanto española como europea que prevén en la igualdad una identidad histórica y democrática. ¿Pero existe una igualdad real de hecho y de derecho? Si nos adentramos en el historicismo de las organizaciones deportivas aún quedan cuotas, estigmas y maniqueísmo sobre la dificultad de ejercer la igualdad porque las mujeres no llegan a la meta, o a esa pretendida meta.PUBLICIDAD
Pongamos un ejemplo, que es el más significativo de todos: ¿y si esas mujeres deciden ser madres y ejercer la compatibilidad? Ocurre lo siguiente: se abre todo un cisma que las obliga a elegir entre una cosa u otra. Apartándose de la sociedad civil que consciente de este tema, se toman medidas, e incluso entra la inspección de trabajo para ello. Por el contrario, en el deporte, cuesta que se reconozca el derecho a la maternidad en compatibilidad directa con el ejercicio de la profesión. Tanto es así que quedan pendientes procedimientos judiciales que traten de fallar a favor de que las federaciones sin ser patronal, al ser entidades que actúan por delegación pública, deben prever medidas que no resulten insultantes cuando una mujer deportista quiera ejercer su maternidad.
Y ahora llega un nuevo 8 de Marzo, que en el deporte sigue siendo imaginario. Porque aunque se diga que hemos avanzado – ya tocaría en pleno siglo XXI-, existen programas Mujer y Deporte. Pero al lado práctico de la vida nos encontramos inexistencia de ligas profesionales, nulas vinculaciones laborales, precariedad laboral – con un exceso de parcialidad -, nulas medidas de apoyo a la compatibilidad de la maternidad con el ejercicio profesional. Y a todo ello se une la famosa brecha salarial, que en este caso habría que decir, con cierta ironía, que si no hay salario, ni siquiera se vislumbra brecha.
A pesar de todo, porque no se trata de minimizar lo que muchas mujeres deportistas hacen y están haciendo, la realidad es que nos espetamos en pleno año 2021. El ranking de presencia en los órganos colegiados sigue siendo de sonrojo. Con estas premisas y ante una precariedad laboral muchas mujeres deciden no aspirar a estar en los órganos colegiados del deporte porque deben buscar otro camino laboral que les dé los años de cotización que no han tenido en su actividad como deportista profesional- suena paradójico y diría yo, – contrario a las normas laborales.
Y luego nos encontramos con el famoso marco del derecho deportivo con una nula capacidad normativa para poner sobre el deporte marcas jurídicas que eviten el siempre tutelaje de una actividad que las marginas.
Que no cuestiona que las mujeres deportistas en la época covid, mientras que sus colegas masculinos les hacían todo tipo de pruebas, a ellas las única y testimoniales, a pesar de en algunos casos ser el mismo empleador. O por ejemplo, cerrojazo a sus ligas por el covid, mientras que observan a sus colegas que ni por asomo se dio cerrojazo a sus ligas. A pesar de estar sometidos/as todos/as a la misma situación de pandemia.
Lo preocupante de todo esto es ese concepto de segregación, porque nunca las diferencias, en lo que filosóficamente representa lo que diría Richard Bernstein la sociedad pluralista, no debiera significar segregar para aislar. Y esto es lo que continuamente se hace en el deporte.
En el mundo del derecho deportivo algunos destacados juristas hablan sobre la necesidad de ir a la globalidad del derecho laboral, y erradicar el derecho deportivo por contener un peso específico pírrico. Pero si esto es así, lo que algunas demandaríamos por qué ese derecho laboral que proclama esa igualdad, permanece alejado de todas estas tesis de segregación en al que convive el deporte en este país.
Una segregación que tiene su referencia más ejemplarizante cuando dirigentes deportivos o defensores de la igualdad como ejercicio de marketing actúan con una actitud de cierta suficiencia frente a lo que deben de hacer o decir las mujeres, que lo que quieren es igualad en su actividad laboral, y no tutelajes como ahora en demasía se ejerce en el deporte de este país. Y ya se ha pasado la frontera de este tutelaje paternalista, conservador y muy contrario al espíritu de la igualdad.
Fdo. María José López González
Abogada
4 de marzo de 2021