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El debate social, los valores que hemos de perseguir tienen que ver con enfrentarse frente a la  frivolidad que, en demasía, se produce por parte de protagonistas del deporte – a veces prensa, otras veces dirigentes, otras veces los deportistas- sobre la controversia esencial de la actividad profesional de la mujer deportista en nuestro país.

La igualdad entre personas es un derecho largamente perseguido, luchado y conquistado. Los valores que la sostienen no siempre están en la misma consonancia. Por eso reivindicar un día sí y otro también la igualdad no es un ejercicio de espiritismo; sino, esencialmente, un ejercicio de reivindicación de una misma.

El debate social, los valores que hemos de perseguir tienen que ver con enfrentarse frente a la  frivolidad que, en demasía, se produce por parte de protagonistas del deporte – a veces prensa, otras veces dirigentes, otras veces los deportistas– sobre la controversia esencial de la actividad profesional de la mujer deportista en nuestro país. Hartazgo produce la monotonía de las expresiones: queda mucho camino por recorrer, su nivel aún no es comparable al de los chicos, no lo generan, no interesa lo que hacen, etc.

Y a todo ello se une la frivolidad en comentarios, que trasladados por las redes sociales crean toda una sensación de indignidad hacia las cientos de mujeres profesionales deportistas en España. Que han trazado su cronología con consecuciones de campeonatos del mundo, europeos y olímpicos. Ya con varias décadas atrás.

Y a pesar de ello, son escrutadas de forma sistemática. Sin entrar a comentar, por la prudencia a la que me debo, el escándalo en nuestro fútbol reciente, la controversia sellada con la maleficencia muchos en relación a mantener posturas de: no me manifiesto, no me comprometo, porque no quiero empañar lo que es un triunfo mundial – perfecta coartada, escapismo y autismo social-. No debiera ser excusa para alinearnos en decir basta a la indignidad y a todo tipo de actitudes que tratan de amparar en lo coloquial, lo que son comportamientos reprobables, machistas, violentos y de una entidad indigna que describe a los que los sustentan.

La mayoría de estas mujeres deportistas, sobradamente preparadas y competitivamente inmejorables tienen infinidad de problemas para que cotizan en relación a su vida laboral, mantienen la sempiterna brecha salarial, cuando deciden ser madres, las colocan en la tesitura de ralentizar su trayectoria profesional; ocasionalmente, son criticadas por reivindicar derechos en igualdad. Cuando se habla de si se genera o no se genera.

Se olvida que la memoria nos recuerda que en este país en varias ocasiones se financió públicamente al fútbol masculino. Y en las quinielas siguen ausentes, frente a los colegas masculinos. No sé, cuando en algún medio de comunicación, esos profesionales o deportistas frivolizan si ese penalti o ese gol es como si lo hubiera hecho una chica, en tono peyorativo, es tan insultante como reprobable.

Y si encima, están los innumerables replicantes para reírse de forma cómplice, resulta patético. Por ello quiero recordar a todos estos tipos, que las mujeres han estado, están y estarán en el deporte. Que se acerquen a rincones de muchas partes del mundo y observarán cómo juegan y se recrean con la pelota. Otra cosa es que hayan tenido la curiosidad de observarlas.

Les aseguro que estamos y estaremos en la cronología de lo esencial. Y que más que hablar de focalizar y escrutar sus comportamientos debiéramos conocer cómo trabajan, cómo han transformado el mundo del deporte, y cómo lo han hecho más ejemplar y diferente.

Por ello, no se entiende que se asomen con tanta frecuencia comentarios que tratan de minimizar el trabajo de tantas y tantas mujeres deportistas. Que traslucen lo peor de una sociedad sin valores. En este caso, entre otros, el de la dignidad y la igualdad.  Como decía Norberto Bobbio se trata – la igualdad- de la dignidad de las personas, la igualdad en la vida social, que definía como la libertad igualitaria de carácter social, político y jurídico.

No olviden, aquellos que tratan de tutelar, minimizar y faltar al respeto a estas mujeres profesionales del deporte, que a ellos les parió una mujer.

Fdo. María José López González

Abogada