http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/2014/1049/1049cultura_cine.pdf
Recientemente experimenté dos sesiones de películas de forma casi ininterrumpida, concretamente La vida de Adéle y La Herida. Salí del cine reconfortada. Especialmente, por la fortaleza y la factura de la película española. Yo soy de las que ve cine español, y se enorgullece de él, valoro cómo en la Sorbona, su cátedra de cine, está estudiando la película Madrid de Patino. Tuve la experiencia en Oxford de asistir a un coloquio sobre Los abrazos rotos, de Almodóvar. Y acompañar a unos amigos franceses en Paris a ver Historias del Kronen. Ejemplos que definen la internacionalidad del cine español.
¿Qué emana, pues, del audiovisual español? Que lucha contra viento y marea por la inercia de un país que banaliza lo que la cultura representa, que es mucho; y no valora su capacidad económica. Este cine tiene identidad, contenido, grandes profesionales. Pero le falta, quizás, una posición estratégica de país. Los que trabajamos en la industria convencional, nos preguntamos, por ejemplo: ¿por qué no es causa de la comisión interministerial, enmarcada dentro del PlN 2020? ¿Tiene músculo este cine?, y no lo digo para que se dope, porque en otros sectores sí que hay una incentivación económica directa e indirecta, teniendo en cuenta la aportación del mismo a las arcas públicas -valga como referencia 614 millones de euros en 2012-.
¿Qué sucede entonces con la falta de definición de sector estratégico del audiovisual? Si lo identificamos como una imagen que internacionaliza un país, que dinamiza los entornos en los que actúa, que deriva de impuestos directos e indirectos, que crea exponencialmente más del doble de puestos de trabajo directos. No se merece, quizás, iniciativas, ajustadas a sectores empresariales, tales como un Plan ADO, el Mecenazgo prioritario; o, por ejemplo, un denominado Plan PIVE del sector audiovisual, como sí está en el del automóvil, con más de 300 millones; o el de la agroalimentación, aeroespacial, o incluso el de la minería, todos ellos conforman parte de una estrategia de Estado, a través de la Comisión Interministerial creada en 2010, por Real Decreto. Y que una se sigue preguntando la inactividad para presentar propuestas, como miembro de pleno derecho por parte del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Y más, teniendo en cuenta, que se nutre con fondos de la Unión Europea.
Cuando se habla de subvención, esta especie de estigma recala en el audiovisual, pero no es significativo si, por ejemplo, decimos que diez empresas, de sectores muy diversos, rozan los 270 millones de euros, lo que supone casi el 30% del total de las subvenciones que reciben las grandes empresas y el 8,6% de la cantidad total de las ayudas estatales otorgadas durante 2012.
Lo que parece más que evidente es la confirmación de un modelo acabado en gran parte, por insuficiente para el desarrollo y proyección del sector audiovisual. No sé si la creación de la Agencia, contemplada por la ley de 55/2007, entre cuyos fines está el fomento, promoción, ordenación y apoyo de las actividades cinematográficas y audiovisuales, la conservación del patrimonio cinematográfico, sería lo adecuado para liderar ese nuevo cambio. Lo que sí es verdad es que este sector no puede esperar más a esos cambios. Se juega todo. Hace falta ponerse a elaborar las bases de este sector industrial, a través del PIN, que contiene un fondo de más de 8.000 millones de euros.
Resulta evidente que se trata de un sector estratégico que lo merece y además tiene los elementos definitorios de este tipo de apuestas del marco de la Unión Europea,- fomento del crecimiento y dinamismo de las Pyme, favorecimiento en la orientación de las empresas a los mercados internacional , ley de Internalización de la empresa del año 2010, por la que se pueden obtener importantes fondos de organismos internacionales, basados, por ejemplo, en aquellos proyectos audiovisual de especial incidencia y significación del patrimonio cultural.
María José López González
Abogada