Cuando analizamos el marco normativo del deporte en nuestro país, nos encontramos con, por un lado, la Ley del Deporte de 1990, el Real Decreto 1006 de 1985 – que regula la relación de los deportistas profesionales-, el Real Decreto de Federaciones del año 1991; y, por otro lado, las comunidades autónomas que han ido legislando nuevas leyes del deporte, todas ya reformadas a partir del marco que propició la Ley de 1990.
Lo cierto y verdad que con ser anclajes que supusieron un importante avance en nuestro país, desde el punto de vista del Derecho deportivo. Hoy se han quedado -partes importantes de su articulado- fuera de juego, por obviar y no ser consecuentes con la gran transformación, desde el punto de vista, del deportista y de la sociedad civil que agrupa el movimiento deportivo.
El deportista en nuestro país ha evolucionado de tal manera, que hoy tiene identidad propia más allá de su Federación, de su club, o de la propia autoridad deportiva que corresponda. A pesar de ello, cuestiones tan cruciales como los derechos de imagen, que nadie dudaría de su pertenencia y de su autonomía para gestionarlo, se ponen sobre la mesa como una causa de negocio jurídico.
Y si observamos el caso de las licencias, hasta qué punto son habilitantes de competiciones y, por otro lado, un elemento confluyente de derechos y deberes dentro del ámbito federativo. Estas y otras cuestiones, como es el caso de la asistencia sanitaria, a pesar su teórico fortalecimiento en la Ley 3/2013 de protección de la salud y lucha contra el dopaje, poco se ha hecho al respecto.
Se puede afirmar, por tanto, que a día de hoy son muchos los deportistas que no tienen las preceptivas revisiones médicas, con la seguridad y medios adecuados. Por no hablar de la póliza que lleva implícita la licencia y que con seguridad si se preguntara a los interesados, seguro que en un porcentaje de más del noventa por ciento la desconocen, consecuentemente pueden verse privados de asistencias que pensaban que tenían, por desconocimiento real.
Y con todo ello, nos encontramos que, efectivamente, el deportista de nuestro país ha evolucionado consiguiendo retos significados a nivel internacional, sin que ello se haya traducido en un cambio real y significativo desde las estructuras normativas e institucionales, aquellas que protegen la carrera el deportista, más allá del hecho si el mismo da o no resultados en los terrenos o pistas de juego.
Y hoy, podemos afirmar que siguen lastrando la vida del deportista cuestiones tan esenciales como las relaciones laborales, modelos de contractuales (-el único invento que tan criticado ha sido, en general, el del contrato del voluntario, una contradicción en sí misma, como mínimo, semántica-).
Aún más, cuando se habla de la brecha salarial integéneros, en el ámbito del deporte esa brecha es inexistente por cuanto no hay convenio colectivo o negociación colectiva en el deporte femenino que señala emolumento alguno. Así pues, aquí además de brecha podríamos decir inexistencia de cuadro comparativo, por inexistencia de exigencia de mínimos salariales.
Y qué ha ocurrido con el concepto el deportista de alto nivel, que contiene su Real Decreto de desarrollo y reglamento prescripciones que ya han sido superadas socialmente. Y nada o poco se dice sobre la carrera del ex deportista; especialmente, aquel o aquella que tanto ha dado para el deporte y el rendimiento deportivo internacional de nuestro país.
Sin duda, hay cuestiones que sin significar remozar todo el sistema normativo, si obligan a generar nuevos articulados y capítulos porque lo que hay, normativamente, ya es ineficaz, y en casos inútiles. Ahondando en los interrogantes manifestados, y continuando con ello, podríamos, también preguntar acerca de qué ocurre con esas situaciones, por ejemplo, de incapacidades laborales durante la vida del deportista, frente al futuro mercado laboral. Poco o nada se conoce al respecto.
Si exceptuamos alguna iniciativa, o mero pronunciamiento del significado y la trascendencia que para el país tuvo ese triunfo deportivo o esa carrera deportiva, pero cuando terminan, la inmensa mayoría acaba en un absoluto abandono – algunos casos dan prueba de ello- , sin que exista un ITER respecto a cómo canalizar la experiencia, el bagaje y el talento desde el ámbito del deporte al resto de la sociedad.
Y más teniendo en cuenta una última encuesta del Real Instituto El Cano que ha señalado que el deporte fuera de nuestras fronteras es referente de país, y liderazgo mundial.
Otra cuestión, de reflexión a lo anterior, y que subyace en un debate que se está produciendo en el deporte en España en un futuro marco normativo, tiene que ver acerca del hecho desde hacia dónde erigir el peso del liderazgo del deporte, en relación al protagonismo o peso de las instituciones públicas y privadas.
Quizás, se podría afirmar que existe un movimiento hacia esa sociedad civil, frente a los que quieren contextualizar todo bajo una política pública con cierta intervención que tiene que ver más con postulados hacia realidades del sur, que con otros ejemplos más hacia el norte de nuestro continente.
Y esto sí que merece un discurso muy reposado. Y desde luego empezar a generar iniciativas en el marco de las Cortes Generales.
María José López González
Abogada
http://iusport.com/not/5296/el-terreno-de-juego-de-los-deportistas