Hablar de fútbol en nuestro país es hablar de actividad económica, de Marca España y de aficiones. Epítetos definitorios del hecho futbolístico, y que pueden ser perfectamente conjugables de forma simultánea.
De hecho, el deporte, en su conjunto, es una de las actividades mercantiles que mayor capacidad de trazabilidad tiene por ser un hecho de espectáculo público, cultural y de negocio económico.
A esta realidad, tratándose de un sector privado puro y duro no ha sido ajeno al interés en legislar e intervenir desde las Administraciones públicas, y desde las distintas cámaras parlamentarias. Un ejemplo significativo lo ha evidenciado la Eurocámara, que en multitud de ocasiones se ha pronunciado sobre el hecho futbolístico dentro del contexto del denominado Estado de la Unión.
Cuestiones como los traspasos de jugadores, la minoría de edad, la transparencia en el control financiero, los fondos de inversión han sido debatidos en el seno de la Eurocámara, en un intento por regular, lo que consideran que debe hacer la Unión Europea, todo aquello que tenga una clara vertiente económica, sin obviar, eso sí, lo de fenómeno mediático de esta disciplina deportiva, con claras repercusiones sociales y culturales. Desde algunos grupos del Parlamento Europeo- alineados a la izquierda – se ha pretendido crear un órgano supervisor que controlara las actividades financieras y comerciales de los clubes. Con el objeto de imponerles el cumplimiento de criterios de transparencia financiera y de buena gestión.
Al hilo de esto, no queda por menos que reflexionar sobre la necesidad de instrumentalizar mecanismos de transparencias en las estructuras asociativas del fútbol, y entroncarlo dentro del marco de una estrategia empresarial, bajo la denominada responsabilidad social corporativa o empresarial. Instrumento desde el que se podría propiciar criterios de autoevaluación de, especialmente, estas entidades para, bajo una marca se les pudiera considerar como entidades socialmente responsables. Diseñando mecanismos de auditorías y de autocontrol, bajo la configuración de un sistema de gestión propio, liderado por una entidad centralizadora, que pudiera ser la Liga de Fútbol Profesional, pues como entidades privadas, que son y sometidas a la legislación vigente, sería bueno seguir residenciando su autonomía por una instancia que los convoca a todos, como es la LFP. Y en este sentido, adelantarse a la inminencia de la denominada Ley de Transparencia en nuestro país, que va a incidir en ese control sobre todas aquellas entidades, de todo tipo que reciben algún tipo de financiación pública. Aunque no se han especificado los porcentajes para esa supervisión pública, se indican que han de ser relevantes.
En este sentido, el mundo del fútbol debiera trabajar, aún más allá de las medidas establecidas, en mecanismos de relevancia que hagan decir si es trasparente y lo es. Y en esto, se podría tomar nota en relación a, por ejemplo, establecer un mecanismo de adhesión a procederes auditables por terceros capaces de describir con veracidad si esas deudas obedecen a una buena o mala gestión; pues el problema de los impagos y de las situaciones concursales sigue siendo el lastre del espectáculo futbolístico. A pesar de que no se entiende bien, que conjugar a inicio de temporada las entradas posibles, el sponsor y la taquilla, no se sea capaz de hacer un planteamiento económico aproximado, para evitar los descalabros económicos y sanciones de la propia UEFA, capaz de contrarrestar el aprovechamiento deportivo, ante el desaprovechamiento económico.
¿Es posible y beneficioso, por otro lado, aplicar esto al fútbol, y, más concretamente, a los equipos de fútbol? Sin duda que sí, y hacerlo, según algunos conocemos y hemos realizado, bajo la puesta en marcha de un sistema de gestión, capaz de adaptarse a la realidad de este tipo de entidades, y que esa “buena praxis” como estrategia empresarial, pueda ser enarbolada por las mismas, frente a las Administraciones Públicas, tanto a la hora de situaciones de riesgos económicos, como, a la hora de poder ser beneficiados con ayudas, y programas públicos, o de entidades privadas, que bajo, el sello de RSE puedan hacerles merecedores de esa financiación por parte de otras instituciones con intereses en invertir en proyectos empresariales.
En este sentido, esta iniciativa que pudiera ser pionera en el mundo podría ir de la mano de la LFP, por cuanto que puede constituirse en aglutinador de estrategias coordinadas y orientadas en torno al concepto de la Responsabilidad Social Empresarial. El marco legal ya existe, y las referencias las encontramos desde la actual Ley de Economía Sostenible, pasando por futura Ley Transparencia; asumiendo los postulados de laCumbre de Lisboa 2000, Libro Verde, así como la Estrategia renovada de la UE para 2011-2014 sobre la responsabilidad social de las empresas. Con un apunte sustancial contenido en la denominada Comunicación de la Unión Europa de Octubre de 2010, en relación con la RSE.
La marca fútbol español sostenible
La apuesta, por tanto, sería establecer una certificación por tercera parte a través de una institución, que sea capaz de responder a la demanda de RSE a través de requisitos exigentes que otorguen valor, prestigio y reconocimiento por parte de usuarios, administración y sociedad. La concesión de la misma estaría supeditada a cumplir con unos requisitos mínimos en relación a Sistemas de Gestión en relación a la calidad, medio ambiente, sostenibilidad, etc. Pero lo que lo haría diferente a otros tipos de certificaciones consistiría en la instrumentalización de un sistema de gestión propio que midiera el proceso evolutivo de cada club consigo mismo.
Se trataría de crear su propio sistema de gestión adaptado, como herramienta para desarrollar e implementar supolítica de sostenibilidad, facilitando la consecución de los objetivos de RSE, en su cuádruple dimensión.
Y un tema importante, no se trata de contextualizar sólo un sistema de gestión unitario, sino este hacerle compatible con otros Sistemas de Gestión, que tendrían que ver con la famosa ISO, pero con una medición propia que tuviera en cuenta toma de decisión ejecutiva, documentación del Sistema, Compromiso de la Dirección, Objetivos, Evaluación, Revisión del Sistema, etc.
Lo interesante, pues, de este sistema estriba en el hecho de poder ir modificando esos parámetros a medida que la marca va desarrollándose. De ahí la importancia de la instauración de un comité, liderado por un tercero quiénes marcarían la estrategia a medio y largo plazo.
12 de julio de 2013
María José López González
http://iusport.com/col/91/maria_jose_lopez_gonzalez/