En pleno siglo XXI, en un Estado Social y Democrático de Derecho, que unas jugadoras de fútbol reivindiquen la igualdad, como consigna para sus derechos laborales hay que agradecérselo. Hay que agradecer a estas jugadoras, muchas de ellas, grandes deportistas y excelentes competidoras que un día decidan que el marco de sus relaciones laborales debe ser causa de exigencias en sus condiciones de trabajo.
Algunas de estas jugadoras llevan jugando mucho tiempo, con una escasa durabilidad de sus cotizaciones sociales; otras tienen la incertidumbre, en ocasiones, si poder compatibilizar sus exámenes con sus jornadas de entrenamientos; otras tantas, tratan de que ese contrato les de para poder vivir, teniendo en cuenta que la dedicación a esa actividad es el cien por cien.
Y mira, que entre todo ello, un día deciden actuar como un equipo y poner sobre la mesa, ese concepto constitucional de la Igualdad, el artículo 14: nadie podrá ser discriminado por razón de sexo. Y mientras, en el ámbito deportivo, tenemos un Real Decreto 1006 del año 1985 que regula la relación de los deportistas profesionales, que nada habla de género. Y en todo ello, esta sociedad va avanzando y publica una Ley de Igualdad de 2007, que proclama la Igualdad como causa y materia de esta sociedad democrática.
Y estas futbolistas, en su mayoría han decidido que si esta Ley está en vigor por qué no les afecta, en determinados aspectos a lo que es un campo laboral idéntico para los chicos y para las chicas. ¿ O no es profesional una futbolista de primera, como lo es el compañero de la primera división? Y en esto aún no hemos llegado a hablar de dinero, hemos hablado de derechos, de los que una sociedad democrática debe preservar, y estas jugadoras, campeonas en el terreno de juego, también quieren marcar un gol a la desigualdad.
Porque muchas de estas jugadoras, algunas las conozco en su lucha cuando reivindicaron su condición de jugadoras profesionales en el Concurso del Rayo Vallecano en 2011, poco podían hacer para que se les reconociera esa condición de no trabajadoras, lo lucharon y lo consiguieron. U otras, que un día se plantaron porque aquella lesión era en su condición de deportista, y revindicaban su condición de incapacidad por causa laboral. U aquella otra, que aquello de que ser madre no era conveniente como deportistas, pero persistió y se lo reconoció un juzgado.
Lo que estas jugadoras de fútbol, que son referentes en el deporte de nuestro país han decidido en esa asamblea del 22 de octubre no ha sido otra cosa que ejercer su derecho como trabajadoras, apelar a sus condición como tales.
¿Es difícil de entender esto en pleno siglo XXI? ¿Es difícil entender que todas ellas tengan un convenio colectivo, como el resto de ámbitos laborales? ¿Por qué en este mundo del deporte no se cumple el principio jurídico igual trabajo iguales condiciones laborales?. Muchas de estas futbolistas ni siquiera ya luchan por ellas, porque por el tiempo trascurrido y que continúa en negociar este convenio, puede que no les afecte.
Esto las hace más grande, por su sentido solidario y generoso. Valoremos desde ese concepto de país democrático lo que hacen, y lo que hoy tratan de visibilizar que la desigualad en el ámbito laboral no es un hecho que hay que soportar, sino que es una jugada que hay que darle la importancia que tiene, ya no sólo como futbolistas, sino como ciudadanas. Muchos seguro que se lo van a agradecer, y desde luego somos muchos otros los que nos inspiramos en su capacidad de competir tanto dentro, como fuera de los terrenos de juego.
La mejor jugada de estas jugadoras es la de la concienciación de su actividad en el marco de sus condiciones laborales, y ese convenio de igualdad, que aún sería un convenio de mínimos tiene sobre la mesa: salario mínimo, cobrar el cien por cien si estás lesionada, derecho de días de vacaciones, a los días libres por asuntos propios, etc.
Y lo más extraño de todo eso es que estas jugadoras se encuentran dentro de un Estado Igualitario, y se topan con un hecho dentro de su empresa, que todo el resto de los trabajadores de ese club, – servicios médicos, de limpieza, de administración, compañeros futbolistas, etc-, trabajan bajo un convenio colectivo, menos ellas, ¿por qué?.
Fdo. María José López González
Codirectora de los Servicios Jurídicos de AFE
Abogada